4 oct 15. Por una vez que tenemos tiempo para hacerle un mínimo seguimiento a una de tantas obras que con nuestro dinero conceden nuestros políticos a empresas privadas, nos encontramos con ciertas decisiones de técnicos del consistorio que merecen cuanto menos una explicación a quienes les pagamos porque cualquier euro gastado en épocas tan críticas y con tantas necesidades sociales como la actual debiera hacerse con total rigor y sin tanta ligereza como en el caso que nos ocupa.

Tendría justificación que una ingeniera municipal haya ordenado el derribo de un muro y su posterior reconstrucción con nuestro dinero si su deterioro así lo aconsejara, pero las propias imágenes que adjuntamos de dicho muro construido hace algo más de una década demuestran que estaba en perfectas condiciones salvo agún insignificante desperfecto en el enfoscado.


El muro anterior visto desde la playa



En el mismo despropósito hubo de desmontarse la baranda y reponerla en las condiciones que se observan en las fotos. Se quitó en buenas condiciones y se reinstaló con abolladuras y soldaduras.





Más difícil explicación tiene que la misma ingeniera ordenara la extracción de áridos en la playa para rellenar una rampa adjunta al muro porque según la legislación vigente constituye un delito y hubo de reponerse dichos áridos en su lugar por orden de la Demarcación de Costas (ver aquí)

Sobra decir que estos contratiempos serán abonados a la empresa constructora, que culpa no tiene, con nuestro dinero.

Con anterioridad y cuando se iniciaban estas obras, tan reclamadas por la vecindad del barrio costero, tanto la ingeniera municipal como la empresa contratada con nuestro dinero, vaya usted a saber para qué, cometieron un error de bulto con el retranqueo de otro muro en el mismo lugar que privó al barrio de una acera más amplia. (ver aquí)

Lo llamativo de todo esto es que el ayuntamiento contrató una empresa externa, por supuesto bien remunerada... con nuestro dinero, y un jefe de obras, bien remunerado con nuestro dinero que recibe de su empresa, que en vista de los hechos no toma decisiones para una obra que para colmo carece de proyecto y por tanto queda en el aire la pregunta de para qué se contrató una empresa externa.

No tan llamativo es que nadie del triunvirato salga a la palestra a dar explicaciones y que nadie tome cartas en el asunto para exigir responsabilidades a quienes las tengan para que sus errores los paguen de su propio bolsillo.